VALORACIÓN DE MI ETAPA EN SECUNDARIA
Yo pasé mi educación secundaria en un colegio concertado con valores de la Iglesia Católica. Para mí fue una etapa de maduración y de crecimiento a nivel personal y académico.
Si bien es cierto, que, a pesar de tantas vivencias positivas y buenas, se percibía un entorno cuyo enfoque estaba orientado hacia el capital humano, en el que hay una visión muy económica de la educación, que busca un beneficio. Esto ocurría, por ejemplo, a la hora de enfrentarse a las pruebas de selectividad.
También, en el claustro de profesores se veía con facilidad la teoría credencialista, es decir, un enfoque meritocrático, donde a más certificados y títulos, más capacidad productiva y efectiva. Imperaba el qué títulos cuántos títulos tenían los profesores antes que sus capacidades reales.
Además, en muchas asignaturas, se daba la teoría de la reproducción, en la que el nivel del profesor exigía un doble esfuerzo al alumno que no había adquirido ese capital cultural. Por lo tanto, había un fracaso generalizado al no cumplir ciertas exigencias culturales que se daban por supuestas por parte del profesor.
Dicho todo esto, mi colegio fue mi segundo hogar durante años, estuve en el mismo centro desde 5º de Primaria y acabé en 2º de Bachillerato. Es de justicia decir que muchos de los docentes fueron grandes profesores y amigos, y los sentía como de la familia. Precisamente aquellos profesores que me marcaron son los que más pasión permeaban por la asignatura que impartían y los que lograron transmitir esa pasión por ciertos saberes, pasión por la cual decidí mi vocación a las Humanidades.
En el colegio en el que estaba no solo aprendí las cosas más básicas, sino que me enseñaron a ser persona. Me educaron de tal forma que aprendí que no valía más una nota que el esfuerzo y el empeño puesto en las pruebas. Me enseñaron que era más importante saber estar y saber ser que ser el número 1. Me enseñaron que la perseverancia era la llave que me abriría las puertas del mañana. Me enseñaron a hacerme preguntas, a no conformarme y a buscar siempre la verdad en este mundo, que parece tener respuestas para todo. Fueron años de recompensas y de satisfacciones, de amistades y recuerdos que permanecerán para siempre en el libro de mi vida.
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